¿Día de la infancia, en vez de Día del Niño?*

Ante ello, me puse a revisar un escrito de un Post-Grado (FHyCs-UNaM, 2019) que estoy haciendo sobre Niñez, y en tal sentido, deseo disputar sentidos de interpretación con esta iniciativa, desde los discursos sociales que buscan cristalizar palabras o términos como verdades. Además, apoyo mi mirada, desde la extensa literatura existente, como recorrido del arte de mi trabajo personal

Acá la nota completa: 

¿Día de la infancia, en vez de Día del Niño?*

Cada uno de nosotros, guarda con mucho amor el recuerdo de algún festejo de la niñez. A veces, en el mundo urbano la familia se suele ver avasallada por los niños, niñas y Adolescentes, ante tanta publicidad mercantil, en torno al “día del niño”. En el campo, la chacra o la ruralidad, suele tener otras connotaciones y no menos emotivas. 

Llamativamente, desde este año, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) propone dejar de decir "Día del Niño" para busca posicionar el enfoque de derechos con perspectiva de géneros y diversidad. 

Ante ello, me puse a revisar un escrito de un Post-Grado (FHyCs-UNaM, 2019) que estoy haciendo sobre Niñez, y en ta, sentido, deseo disputar sentidos de interpretación con esta iniciativa, desde los discursos sociales que, buscan cristalizar palabras o términos como verdades. Además, apoyo mi mirada desde la extensa literatura existente, como recorrido del arte, de mi trabajo personal 

Históricamente, el festejo tradicional por el “Día del Niño” se celebra en Argentina desde 1960 a partir de la recomendación de la ONU, para que cada nación destine un día a promover el bienestar de niñas y niños con actividades sociales y culturales. La celebración es de gran valor en el ámbito social y comunitario a lo largo y ancho del país, como una jornada donde niñas y niños son protagonistas y donde el juego y la recreación son también espacios de reflexión y ejercicio de sus derechos. 

Sin embargo, desde el Gobierno proponen abandonar la noción androcéntrica de “niño” como sujeto universal y homogéneo. “Decir niño no alcanza para representar las experiencias heterogéneas y múltiples de la niñez. Desde el Estado queremos nombrar una jornada en plural, que celebre a cada chica, chico, chique, gurí, changuito, mitai en guarani, weñi en mapudungun, y sus diversos modos de vivir esta etapa de la vida”, dijo Lerner (funcionario del área, publicado en Ambitoweb.com

Al respecto, quiero  señalar que, “según la Convención Internacional de los Derechos del Niño, la niñez es una definición más amplia en términos cronológicos, al comprender el periodo de la vida desde el nacimiento hasta los dieciocho años de edad. Dentro de ésta, la infancia, como un estado evolutivo del ser humano, que se extiende desde el nacimiento hasta los doce o catorce años de edad y la adolescencia, comprendida desde los doce hasta los dieciocho años de edad aproximadamente. De esta manera, la niñez incluye a la infancia y la adolescencia. “la infancia, la niñez y la adolescencia involucran interpretaciones flexibles pudiendo variar la asignación de características y extensión en la vida humana, aún en una misma época y sociedad, según el organismo, institución o disciplina de la que se trate” (en, Torrado, Susana, 2007. Págs. 353-385). 

La historia fue reconstruyendo contextos sociales que indican la sensibilidad del tema y las problemáticas vinculadas a la niñez en nuestra sociedad. Hay muchos trabajos que datan del 1931 a 1953 (Lionetti y Miguez 2010) pero, fue hacia 1960, cuando se visibilizó a la niñez en distintas realidades sociales en sus formas, valores y acuerdos con mayor alcance. El trabajo del francés Philippe Ariés (1960) abrió un campo de estudios que despertó debates hasta hoy. 

Para el autor, durante los siglos XVI y XVII, se habría asistido a la emergencia del moderno concepto de infancia, categoría que no existía en la Edad Media. La particularización de la infancia a partir del siglo XVI, habría limitado a los varones de clase alta- nobles- y a los burgueses. Tanto los varones de otras clases, como las niñas, cualquiera fuera el estamento social al que pertenecieran, retrasaron su inserción en la escuela. Estas infancias conservaron la condición social del Antiguo Régimen, donde no se separaba el mundo de los niños del de los adultos, ni por la moda, ni por el trabajo, ni por los juegos, ni por una educación propia para ellos. 

Concluye que, antes del siglo XVII, los niños fueron representados como adultos en miniatura; solo en la modernidad se volvió a tomar importancia al desarrollo de la niñez. 

En resumidas palabras, la infancia es una construcción histórica que termina de ser elaborada en la modernidad, pues antes de ese momento histórico, podría decirse que los niños no eran más que adultos por crecer, ante los cuales, no existía la serie de sentimientos de protección que nos inspira actualmente, pues ahora el concepto de infancia toma al niño como un ser heterónomo, que necesita protección y amor. 

En 1970, autores como Lloyd De Mause (1994) intenta derribar el argumento de que los niños eran más felices en el Antiguo Régimen porque podían “mezclarse” con personas de diferentes edades y clases sociales. En su argumentación, entre otras aserciones, la autora indica que su estudio pretendió analizar el comportamiento adulto para con los niños de generación en generación. Destacando que las relaciones paterno-filiales han tenido un desarrollo no lineal en la historia de la humanidad, por lo que las concepciones de infancia estaban determinadas por la secuencia continúa de aproximaciones entre padres e hijos a medida que, generación tras generación, los padres comenzaban a desarrollar la capacidad de conocer y satisfacer las necesidades de sus hijos. 

En una visión evolutiva, los estudios del tema apuntan al siglo XVIII, como un periodo en que las actitudes y el trato de los adultos hacia los niños, se aproximaron a lo que se considera una lógica moderna. Aquí los autores – Lionetti y Míguez (2010) - enumeran una serie de autores - que dan cuenta del enfoque occidental, donde el ingreso a la modernidad habría impuesto un modelo de familia ideal. Tal como afirma Jelin (1999), la familia nuclear, en tanto modelo de organización primaria, consolidada en la modernidad, legitimada social y culturalmente como la “esperada y aceptada”, es sinónimo de la familia anclada en una naturaleza humana inmutable, que conlleva a una concepción particular de la moralidad (cristiana) y la normalidad. 

En los años 1980, Linda Pollock (1990) criticó los aportes de Ariés, sobre su visión respecto de la historia de la infancia, acusándolo de ignorar ciertas evidencias que arrojarían dudas sobre su afirmación de la no existencia del concepto de infancia en la Edad Media, como también por su método para analizar la historia. Para la autora, la cuestión central no pasaría por determinar si en el pasado hubo algún concepto de niñez, sino si ese concepto se ha vuelto más complejo o ha cambiado en el curso de los siglos. 

En tal sentido, Cunninghan (1995) retoma una línea de trabajo donde fue contemplativo con Ariés, respecto de la concepción de la infancia. En esa línea, afirma que en los albores del siglo XVII, los niños pobres fueron vistos como necesaria y convenientemente diferentes a los otros niños, aunque en el siglo XX se haya deplorado esas diferencias. En palabras del autor, la infancia, en los siglos XVII y XVIII, fue percibida como un tiempo de adaptación a los hábitos del trabajo. Incluía cierta escolaridad, pero, estaba supeditada a la función de preparar al niño para su predestinada vida futura. Era asumido que, los hijos de los pobres constituían un valor económico para sus padres. Una opinión que permaneció hasta el siglo XIX y solo, en el XX, se aceptó que los hijos de todas las clases sociales son asimismo un gasto, más que una ventaja económica para sus familias. 

A partir de entonces, la niñez comienza cada vez más a ser percibida como una etapa determinada de la vida humana, con su propia dinámica y su propia cultura. Un cambio de ideas y pensamientos, que llevó a dimensionar los derechos de este grupo. 

En función de lo que se viene reseñando, a lo largo de esta ajustada síntesis sobre la imagen de la niñez en los primeros tiempos de nuestra historia, es posible resaltar que la idea y representaciones sobre la niñez, no son unívocas ni eternas. Variaciones que enmarcan su carácter socio-histórico. Transformaciones que vienen afectando la concepción y percepción de la niñez en la modernidad y posmodernidad actual. 

La concepción de la niñez como una etapa diferenciada a la de la adultez, con características específicas y como sujetos de derechos, comienza a plasmarse en las legislaciones, en sus propósitos de proteger a esta población y garantizar su cuidado. Así es posible destacar la Convención de los Derechos del Niño, aprobado y vigente desde el año 1989. Un dispositivo jurídico fundamental consagratorio de derechos de este grupo etáreo. 

“Argentina establece que, dentro de su territorio, se entiende por niño a todo ser humano, desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad” UNICEF, (2006). Esto refuerza la importancia de incluir la dimensión del derecho y la mirada que forman los actores sociales respecto a ellos. Sobre todo, por resultados de estudios donde reflejan que estos términos tienen una carga discriminatoria y negativa, para la imagen de los niños y adolescentes, ya que remiten a una imagen del niño como “objeto” y no como sujeto de derechos; que reproducen prejuicios y estereotipos, que terminan representando a estos niños, jóvenes o adolescentes como portadores de un estigma social y de amenaza latente. Los términos adecuados a utilizar, según recomendación de UNICEF son: niño, niña, adolescente, chico, chica, joven (Lo resaltamos para enfatizar nuestra coincidencia con estas definiciones) 

En el trabajo de investigación mencionado, tomamos miradas desde los discursos presidenciales en periodos democráticos de Argentina, entonces, incluimos una mirada desde lo discursivo, puntualmente, durante algunos de los gobiernos en democracia (1983). 

Si hacemos ese ejercicio, podemos acudir a algunos discursos presidenciales[i] de los cuáles, vamos a tomar algunos puntos al respecto. Nos interesa, la terminología de la niñez que fuera empleada, cómo difieren unos de otros y que se la empieza a reconocer como tal, recién en el 2009, cuando se socializan, los conceptos sobre los Derechos del Niño, Niña y Adolescentes. Si bien, muchos términos seguirán presentes en los discursos públicos, también sobre ello, nos referimos más adelante. 

Es decir, el Estado hace más visibles políticas inclusivas y restituye derechos a sectores vulnerables como la niñez. Para nuestro caso, sólo tomaremos tres gobiernos donde seleccionamos los discursos presidenciales, por ser los más significativos para nuestro enfoque. 

En concreto, podemos mencionar que Raúl, R. Alfonsín (1983)[ii] en su discurso ante el Congreso de la Nación, aún emplea minoridad y el rol de la familia, como núcleo social y la asistencia del estado, donde el niño es el destinatario final del proceso formativo. Se definen líneas generales de acción, pero persisten rótulos sobre minoridad, menor, etc. 

Luego, con la presidencia de Néstor C. Kirchner (2003)[iii], se empieza a mencionar en su discurso ante el Congreso y públicamente, el término inclusión y restitución de derechos. Comienza a hablarse de niños y no tanto, minoridad. 

Recién en el año 2009, durante la presidencia de Cristina Fernández, se empieza con claras políticas inclusivas para niños y las asignaciones universales. Con lo cual, se amplían las políticas sociales inclusivas y los niños son constituidos en sujetos de derechos: Es decir, tienen voz y sus derechos son respetados por el estado, quién mediante organismos de aplicación de la ley, deben velar por su cumplimiento: salud, educación, justicia. 

Finalmente, y para no ser tan extenso, si bien el trabajo está en proceso de elaboración, creo que buscar un efecto ideológico en la sociedad y no mejorar las políticas públicas que existen para a los niños, es un poco desafortunado plantear un cambio de nombre a un sujeto. Ahora bien, si buscan explicar de qué, “es conveniente elegir el término “infancias” porque: 
Su pluralidad permite albergar la diversidad de las experiencias. 
Permite visibilizar las inequidades y vulneraciones de derechos persistentes. 
El pasaje de “niños” a “infancias” no solo resignifica la palabra, sino que la constituye hoy en un espacio de reivindicación del reconocimiento de las diversidades. 
Pone en la agenda la posibilidad de construir una gestión con enfoque de derechos, géneros y diversidad, sino que esto implique resignar la profundización de los debates necesarios” (fuente Ambitoweb.com) 

Entonces, creo que están equivocados, más aún, cuando hay situaciones de vulneración de derechos de millones de Niño, Niñas y Adolescentes del país, y desde las mismas cifras de pobreza y necesidades básicas, reconocidas por el mismo gobierno. ¿Tiene mucho sentido, sólo cambiar de nombre a un día y olvidar toda una vida? 



*Sergio Javier Benítez

Maestrando en Políticas Sociales/ Lic. Com Soc. /Periodista








[i] Seleccionamos puntualmente 3, con el criterio de tomar el primer gobierno democrático y la gestión continuada del gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.




[ii] Fuente. Unión Cívica Radical Comité Nacional

www.ucr.org.ar/public/documentos/alfonsin101283.rtf


[iii] Néstor Kirchner 25 de Mayo de 2003 –Diario de Sesiones, Cámara de senadores de la nación (Nº121)

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